lunes, 27 de febrero de 2012

El duelo en la ruptura de pareja


 El duelo es el proceso psicológico por el que una persona consigue aceptar la pérdida de un ser querido y continuar adelante con su vida. Cuando una relación sentimental termina, también necesitamos pasar por un proceso de duelo. El proceso de duelo implica dos partes: digerir emocionalmente la pérdida y retomar el contacto con nuestra vida en el presente. 

En algunas ocasiones, este proceso de digestión puede llegar “bloquearse” por distintos motivos: la ruptura llega de forma inesperada, aparecen sentimientos de culpa en relación a la pareja o a la relación, la vida en pareja nos “absorbía” tanto que resulta difícil recuperar un estilo de vida satisfactorio, etc... 

En muchos casos, es cierto el dicho de que “el tiempo todo lo cura”. Sin embargo, en otros casos la persona se queda estancada en sentimientos como la rabia, el rencor o la autocompasión , que la mantienen en un estado de lucha constante contra la realidad y contra sus propios sentimientos, con lo que, al no aceptar su nueva situación, se hace imposible adaptarse  a ella para lograr de nuevo un equilibrio.

Para asimilar la pérdida, es necesario darse permiso para sentir las emociones que la ruptura de pareja provoca en nosotros y expresar nuestros sentimientos más profundos. Pero reconocer nuestros sentimientos, no resulta suficiente: es necesario asimilarlos y “digerirlos”. Algunas personas, tratando de superar la ruptura cuanto antes, tratan de “bloquear” sus sentimientos, ya sea buscando compulsivamente otra pareja, castigándose a sí mismos mediante la culpa o la autocrítica, tratando de cargarse de actividades o de trabajo con la única intención de distraerse y no pensar. Esta forma de afrontamiento de nuestras emociones tras una ruptura sentimental, puede resultar útil a corto plazo, pero si abusamos de ella, en un intento de no sentir o no pensar, a la larga puede resultar contraproducente, puesto que impide asimilemos la pérdida.  Esta situación se parece bastante a la de una persona que trata de mantener un balón debajo del agua. Para mantener la pelota sumergida, tenemos que sujetarla y empujar hacia abajo con fuerza, puesto que, al estar llena de aire, tiende a flotar sobre el agua. Podemos mantener nuestras manos  en la pelota y seguir empujándola durante un largo tiempo, pero, a la larga, nos cansaremos de hacer fuerza, soltaremos la pelota y ésta saldrá de nuevo a la superficie.

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